

Si quiero correr un maratón a 4’15, a 3’55, o a 3’35, necesitaré correr rápido. Pero rápido y largo. No sólo meter series realmente rápidas y confiar en que el volumen total de kilómetros semanal haga el resto. Debemos realizar entrenamientos que incluyan unos cuantos kilómetros rápidos “ma non troppo”. Como dice Daniels, “confortablemente rápido”. O a ritmo controlado, tempo, o como queramos llamarlo. Que tengamos control del ritmo, ciñéndonos a él y procurando no forzar el gesto de carrera. Un ejemplo clásico sería un “tempo” de 8 a 12 kilómetros, en mi caso a ritmo de media maratón o ligeramente más lento (+2 o 3’’) si quiero hacer 2h30-2h40, o un poquito más rápido (-2 o 3’’) si quiero bajar justo de las 3 horas. Otro tipo de entrenamiento donde también usaría ese ritmo rápido controlado sería series largas a ritmo ligeramente más rápido del de maratón con recuperación activa (Ejemplo: 4x4000 rec. 1 km 30’’ más lento o 2’ trote).
Para mí hay más. Volviendo a la tirada larga, habrá semanas en que sí me encaja rodar largo y relativamente lento (Pongamos que a 4’10 si mi ritmo de carrera quiero que sea 3’45, a la porra la polarización), si ha sido una semana cargada y particularmente si ya he incluido un entrenamiento largo y rápido. Pero lo más habitual, sobre todo en esas últimas 5-6 semanas de preparación maratoniana, es que la mayoría de los kilómetros vaya sobre 3’50-3’55, y no pase de 28 en total. Con unos primeros kilómetros suave y acabando con 3-4 en los que intento acelerar por debajo del ritmo de carrera. Esa intensidad creo que me hace correr con un punto de relajación pero casi con los mismos efectos que si estuviese corriendo a ritmo de maratón. Para mí es clave en mejorar semana a semana. Y lo incluyo a todos los efectos en ese porcentaje de entrenamiento de calidad, aunque me suba por encima del 20% famoso.