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miércoles, 30 de noviembre de 2016

Voy a parar a tiempo

Ha pasado algo más de un mes desde el maratón, y veo ahora que en ese tiempo no he descansado lo suficiente. Un objetivo me lleva casi siempre a otro, y planeo el descanso más corto posible para no perder la forma, sin tener en cuenta que existen otros condicionantes que está claro que se me escapan. Los virus, no poder dormir las horas de sueño ideales, los años que voy cumpliendo, etc. 

Gracias a Yolan de Sope por la foto
Hace diez días tuve un pequeño susto yendo al trabajo, tras una noche sin apenas poder descansar. Cumplí tres días de reposo, antes de volver a entrenar como si nada. Y este fin de semana, de nuevo con un constipado encima, he competido en la Desde Santurce a Bilbao, consiguiendo una de mis mejores medias por km en una carrera de esas características (casi 16 kms a 3'26). Efectivamente estoy en forma, pero en algún momento tengo que dejar de estirar la cuerda antes de que se rompa. Me ha vuelto una ligera fiebre y malestar, así que voy a dejar lo que queda de año en barbecho, no quiero más sustos. He renunciado a competir en la media maratón de Vitoria, para la que tenía especial ilusión por pelear bajar de la hora y 13 minutos, y me he decidido a dedicar las próximas semanas al descanso y a la recuperación. Descanso activo, después de unos días parado espero volver a correr, pero con mucho cuidado de espaciar las salidas y olvidando por un tiempo las kilometradas y los ritmos rápidos.

Me ha costado mucho tomar la decisión, pero una vez está hecho, lo veo claro. Y ojalá que pueda volver con fuerza pero con cabeza en 2017, eligiendo bien mis batallas y llegando a tope a cada una de ellas. Espero seguir siendo competitivo (que es lo que me gusta) de esta forma. Me gustaría volver a vérmelas un año más con el maratón, y acercarme otra vez a las exigentes 2 horas y media.

viernes, 4 de noviembre de 2016

más rápido versus más lejos

Citius altius fortius. Más rápido, más alto, más fuerte. Esta frase del barón de Coubertain, impulsor de los primeros Juegos Olímpicos modernos en 1896, fue lema olímpico en los Juegos de Munich de 1972. Sintetiza en pocas palabras el espíritu de superación de cualquier atleta, y en mi caso y seguro que en el de muchos, consigue revolvernos algo por dentro y querer salir a entrenar más duro. Esa magnífica frase sin embargo no hace ninguna mención de “más lejos”

Sin embargo, cuando hablamos con el vecino y nos pregunta cuál ha sido nuestra última carrera, y le respondemos que ha sido un maratón, nos mira maravillado. Le da igual saber si lo hemos hecho en dos horas y media, tres, o cinco, lo que le impresiona es la distancia. Intentando ser modesto y quitarle importancia, le decimos que ya sabe que estamos un poco chalados, blablablá. Unos meses más tarde, volvemos a hablar con el vecino, nos cuenta que su cuñado ha hecho una prueba de 100 kilómetros por el monte. Llegando acalambrado y justo en el tiempo límite. Levantando las cejas nos confía que el cuñado ha entrenado muy poco realmente y ha llegado a meta más  “por cabezón” que por piernas. Mayor motivo de admiración si cabe. Extrañamente, nos sentimos un poco picados por haber sido desbancados en el olimpo particular del portal.

El maratón tiene un halo de heroicidad que tenemos apuntalado en la conciencia colectiva, y todo lo que le supere en distancia debe ser infinitamente más duro y requiere de superhombres o supermujeres para conquistarlo, ¿verdad? No podría estar más en desacuerdo. En mi caso particular, y lo sospecho en el de muchos otros maratonianos que conozco, el misticismo del maratón está reforzado porque en realidad en distancias inferiores somos corredores del montón. Y vamos a ser sinceros, no nos gusta tanto salir a entrenar a diario o casi a diario para hacer algo en lo que no vamos a destacar. Pero en el caso del maratón, ya solamente con llegar a meta, alcanzamos un reconocimiento en nuestro entorno que no recibiríamos aunque en la carrera de 10 kilómetros de nuestra ciudad entrásemos dentro del primer 5% de atletas. Si lo hacemos en el maratón de Nueva York en vez de en un maratón regional de 300 participantes, ya te consideran un corredor serio. Y qué decir de un “finisher” en una ultra, sólo con acabar tu entorno te hace sentir casi un profesional. O sin el casi. Da exactamente igual que en los últimos kilómetros te relajes y vayas haciendo fotos tardando dos horas arriba o abajo, realmente nadie va a entrar a valorarlo. No es mi intención desmerecer a nadie, pero conozco muy pocos corredores de ultradistancia que podrían brillar o hayan brillado en distancias cortas.

Lo que se llama ahora el “running” popular poco tiene que ver con el lema del barón Pierre de Coubertain.  El objetivo ya no es poder tomar parte en la competición buscando la excelencia en el día a día, sino “disfrutar” y “participar”, que dicho así suena genial y muy sano, aunque no creo que sea particularmente sano ni disfrutón participar en un maratón. Menos aún para personas que acaban de salir del sedentarismo más absoluto. En fin, todos tenemos nuestra razón para correr. La mía desde luego no es pagar 100 euros a una empresa para incrustarme en medio de una multitud para trotar cinco o seis horas. Me gusta correr, me gusta competir, y me gusta ponerme a prueba. Más rápido, más alto, más fuerte. Con un objetivo en mente para exprimirme a gusto todos los días de la semana. Llegará el día en el que tenga que replanteármelo por edad y salud, pero hasta entonces, bueno, que me quiten lo bailao.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Frankfurt: 2:38:43

Para estos casos siempre hay que tener una buena excusa a mano. Estoy satisfecho con la mía. La noche del miércoles al jueves la pasé en el WC con retortijones y escalofríos. Para el viernes el virus parecía que había pasado, aunque sentía mucha debilidad, no me imaginaba corriendo 42 kilómetros 48 horas después. Y sin embargo, el cuerpo muchas veces te sorprende con su capacidad de recuperación. Los 20 minutos a casi 5' por km que pude trotar el viernes por la tarde se convirtieron en 42 kilometrazos el domingo.

No es muy turístico Frankfurt. Tuve la suerte de encontrar un gran restaurante italiano, fuera del centro y la zona de la feria, aunque no muy lejos: Paolo's. Económico, grandes cantidades, y auténtico. Esa cena le sentó de maravilla a mi maltrecho estómago, y pude cargar por fin algo de reservas al cuerpo. Sin duda tuvo su parte en salvar algo del naufragio total que pudo ser mi maratón.

En la salida se veía mucha gente rápida. De hecho nos pusieron por delante a unos doscientos tíos y tías del campeonato de Alemania, con lo que los 20' de pie aguantando el frío que estuve intentando coger una posición más o menos delantera no me sirvieron de mucho. Arrancamos e intento coger desde el principio el ritmo de 3'40 el kilómetro que hasta ese momento seguía empeñado en que iba a ser mi ritmo de carrera. Me pasa gente por todos lados y me sorprendo al picar los kilómetros por encima de 3'50, cuando las sensaciones son de ir más rápido. La verdad es que esos primeros kilómetros son desagradablemente ratoneros, me imaginaba una carrera estilo Berlín con grandes avenidas anchas y rectas, pero a mi parecer se queda muy lejos. 

Para el km 7 estabilizo por fin un ritmo de 3'45 el kilómetro (del km 10 al 40 quitando uno todos los parciales de 5 kms me salen entre 18'42 y 18'48), no me veo piernas para ir más rápido sabiendo además que salgo de un virus que me ha debilitado y dejado sin muchas reservas. Puede de todas formas que el daño mayor que me haya hecho el virus sea la pérdida de confianza en mis posibilidades. No me atrevo a salir de un ritmo controlado hasta los últimos kilómetros. He hecho toda la carrera quitando los 6-7 primeros kilómetros adelantando gente, primero lentamente y al final como un avión con la euforia que te da verte más fuerte que los que han arriesgado más que tú. Del 40 a meta a ritmo de mi mejor marca, 3'36-3'37. Qué lejos parece quedar aquello ahora. 
En el viaje de ida el sábado, con mi equipo de apoyo

En mis cálculos entraba una marca entre 2:34 y 2:36. Irme 2' por encima de esta última sabe a fracaso habiendo entrenado con tantas ganas durante cuatro meses, aunque seguiré intentándolo, si la salud me respeta. Por lo menos consigo mi octavo sub 2:40, mientras me mantenga ahí creo que seguiré con la motivación de seguir intentándolo.