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lunes, 27 de noviembre de 2017

maratón Donostia-San Sebastián: 2:38:59


Desoyendo los “consejos” que me daban en casa (con toda la razón, teniendo un recién nacido y otro niño de 2 años), después de la maratón nocturna de Bilbao me apunté para hacer 5 semanas después el maratón en Donosti. Mis razones eran que en Bilbao no me había desgastado mucho (había hecho unos 20 kms a ritmo relativamente cómodo sobre 4’15) y que me encontraba mejor de forma después de correr el maratón que antes. Así que han sido 5 semanas más de tensar la cuerda un poco en casa, aunque muchos días me he conformado con rodajes de menos de 10 kms en horarios raros, intentando arrimar el hombro lo que he podido.
Intentando no perder comba con el grupo

La verdad es que aunque he arrastrado más sueño y cansancio de lo normal, he procurado sacar dos entrenamientos buenos semanales. No tan largos y duros como los que suelo hacer otras veces, pero creo que consistentes. Dos rodajes largos fuertes de 28 y 25 kms, progresivos de 20-22 kms metiendo muchos kms entre 3’40 y 3’50, y algunas series largas (3x4000), sin llegar a los 100 kms semanales. En ese sentido, he hecho menos pero he procurado sacarle chispas.
Según los últimos entrenamientos, me veía con posibilidades de llevar un ritmo de 3’45 el km, aunque con dudas de llegar bien al final por el poco volumen de mis entrenamientos últimamente. Me había enterado de que iba a haber un grupo para pasar la media en 1:18:30, algo más rápido de lo que pensaba, pero por no jugármela a ir solo, busqué ese grupo en los primeros kms. Enseguida me vi muy forzado y me descolgué a los 2 o 3 kms, volviendo al plan original de asegurar un sub 2:40. Dejé pasar gente sin intentar seguirles, y por fin a los 7-8 kms tuve suerte y me enganché en un grupo muy bueno. Pasamos la media en 1:19:4x, yo no iba para nada sobrado, en algunos momentos me sacaban unos metros, y yo me esforzaba siempre en volver porque había tramos en los que el viento daba en contra y era importante ir protegido. Además de que me temía que en cuanto me soltaran iba a bajar los brazos y se me iba a ir mucho el ritmo. No pude dar ni un solo relevo, me llevaron con el gancho hasta el final. Llegamos los 5 del grupo juntos hasta el km 41, allí ya cada uno tiró con lo que podía. Yo bastante hice con mantener el ritmo que llevábamos y bajar in extremis de 2:39.
No me han gustado nada los cambios en el circuito del maratón. El resumen sería que hay más cuestas (antes eran casi imperceptibles) y más giros (sobre todo muy incómodos los de 180 grados). Sigue habiendo mucha gente a partir de 2:34, eso sí, con lo que para mí sigue mereciendo la pena dormir en casa y correr aquí.
Muy contento de poder seguir ahí, otro nuevo sub 2:40 (el noveno), el 31º maratón consecutivo que bajo de 3 horas, y el 35 en total. El plan para esta primavera era tomármela tranquila, sin maratón, pero conociéndome será complicado. Y para otoño ya estoy apuntado a Berlín, a ver si para entonces puedo conseguir entrenar algo más.

martes, 31 de octubre de 2017

De vitaminas y minerales

Últimamente cada vez oímos hablar más del tema de la suplementación para el deportista, incluso cuando hablamos del deportista aficionado al nivel que nos podamos estar nosotros (el de practicar ejercicio de moderado a intenso de 6 a 10 horas por semana, en mi caso). Uno tiene bastantes recelos del tema, siempre tiendo a pensar que todas estas “nuevas” necesidades que nos surgen nos vienen inducidas por intereses de negocio que hay detrás.
La pregunta inicial –y de cajón-  que creo que debemos hacernos es si tenemos nuestras necesidades nutricionales bien cubiertas con nuestra dieta.
No voy a hacer ver que entiendo mucho del tema, porque no es el caso, pero por lo que he estado leyendo por ahí, para deportistas de fondo parece ser que se venden suplementos deportivos, entre otros, de:  vitaminas de los grupos C, D y E, de magnesio, zinc, hierro y ácidos grasos omega-3.
Todo lo cual sin embargo está presente en productos naturales que podemos adquirir al hacer la cesta de la compra en los comercios locales o en el “súper” sin necesidad de tomarlos en pastillas.
El magnesio por ejemplo lo podemos encontrar en abundancia en la espinaca o el brócoli, y también en el cacao, aguacate, almendras o en la sandía.
El zinc nuevamente en el cacao y la sandía, en la carne de cordero, en menor cantidad en la de vaca, y en la calabaza.
El hierro en la carne roja, frutos secos como nueces y almendras, legumbres y verduras como acelgas y de nuevo las espinacas. Para no entorpecer su absorción es importante evitar la toma simultánea de café, té, yema de huevo o leche.

La vitamina C, además de en los cítricos como en la naranja, está todavía más presente en las cerezas, fresas y kiwis. También tiene buena cantidad el melón y la sandía, otra vez el brócoli y el tomate.
La vitamina D la absorbemos directamente del sol, y de forma secundaria la podemos encontrar en pescados como el atún, las sardinas, también en el huevo, las setas y… ¡los langostinos! 
La vitamina E otra vez en los aguacates, en frutos secos como nueces y almendras, y en aceites vegetales no refinados.
Y por último, los ácidos grasos omega-3 sobre todo en sardinas, salmón, y bonito del norte (más en esta variedad de atún blanco que en el resto de atunes).
Por supuesto que todos estos elementos y otros igualmente necesarios los podemos encontrar en otros muchos productos, frutas, verduras, hortalizas… Yo de lo que he leído esta mañana me quedo con varias ideas: hay algunos “productos estrella” como el brócoli o el aguacate, que conviene incluir en la dieta. También recordar la importancia de nueces y almendras y de todas las frutas, y esforzarme en comer más pescado, incluso las sardinas o el bonito enlatado. Y huevos. Así que si cumplo con un mínimo de esto no creo que vuelva a necesitar comprar complejos vitamínicos. Directamente no correré más rápido, pero mi salud me lo agradecerá, seguro.

lunes, 23 de octubre de 2017

Bilbao Night Marathon: 2:49:34

Hace ahora un mes tuve mi segundo hijo y supongo que ahora soy más maratoniano a tiempo parcial que nunca hasta ahora. Ser padre por partida doble me parece una buenísima razón para no haber entrenado con la intensidad, la duración, y en general las ganas de otros años. Y no me arrepiento, a pesar de que aquí habría tenido una oportunidad de recibir la luz de los focos, visto que nadie aparte de los dos primeros participantes kenianos bajaron (por bastante) de las 2 horas y 40 minutos. ¿Pero quién necesita la atención general cuando lo importante es la satisfacción personal y recibir los ánimos y el cariño de tu gente? Y de eso tuve bastante el sábado por la noche, esos ánimos que hicieron que siguiera en carrera en momentos en los que me vi sobrepasado por otros participantes y mi motivación cayera al mínimo.

En cuanto a la carrera, a falta de tener en casa un maratón en horarios normales, y a pesar de las muchas pegas que le pongo (aparte de por el horario, sobre todo derivadas de mezclar varias distancias a la vez), creo que se va asentando y puliendo detalles. La nueva zona de salida me parece bastante mejor, y el recorrido es céntrico y tiene mucha animación. Al salir con una inmensa mayoría de gente que hace o una carrera de 10 kms o una media maratón, los primeros kilómetros son un poco estresantes para los que queremos hacer el maratón. Intenté no dejarme llevar y mantener mi ritmo, porque además en general los de las otras distancias van más a tirones. 

No habiendo hecho entrenamientos serios, iba bastante a ciegas en cuanto al ritmo a seguir. Me ilusioné un poco más de la cuenta, teniendo en cuenta que en este horario no rindo igual y la poca preparación, y decidí ir a 3'50. Para el kilómetro 15 ya vi que a ese ritmo las fuerzas iban a empezar a flojearme enseguida, así que intenté poner un ritmo en torno a 4 con idea de por lo menos estar sobre 2:45 en meta. Al paso por la media nos quedamos solos los de la maratón y me quedé en cuarta-quinta posición, pero llegando al 30 empezaron a pasarme bastantes corredores, y me vine bastante abajo. Hace 3 años abandoné al paso por el km 31 y esta vez estuve a punto de hacerlo otra vez.
Me salieron 3 kms desde el 30 al 33 a ritmo casi de 4'30 el kilómetro, bastante desmotivado para seguir en carrera. No me siento nada cómodo corriendo a esas horas de la noche, sabía que los tiempos aquí son siempre malos y que esta carrera no se me da nada bien, y ahora se me escapaba el único aliciente que me quedaba, estar delante con mi gente animando. Pero ésta era mi apuesta para este otoño, físicamente no iba mal del todo, y seguí, aunque bastante fuera de carrera, poniendo un ritmo de 4'15 el kilómetro. Así fui llegando a los últimos kilómetros, en el último cruce sobre el kilómetro 35 pasé en décima posición y las distancias sobre los que iban por delante eran ya bastante grandes, el más cercano lo tenía a más de 1 minuto. Es señal de lo duro que este horario para correr un maratón que a ese ritmo de 4'15 fuese recortando terreno y en el último kilómetro aprovechando haber ido relativamente fresco esos kilómetros consiguiese remontar varias posiciones para acabar quinto de la general masculina.

Lo cual fue un gran consuelo, aunque la marca de 2:49 no la puedo considerar buena (la 18ª de mi historial particular) y me fuese pensando que había corrido por debajo de mis posibilidades. Que es de lo que se trata siempre, de no engañarse a uno mismo y de ser exigente.


miércoles, 17 de mayo de 2017

Kilómetros y kilómetros

        En otros posts he hablado de que en mi opinión tanto los maratonianos como los corredores de montaña sobrevaloran (sobrevaloramos) todo el nuevo abanico de posibilidades que tenemos ahora a nuestro servicio: equipaciones punteras, complementos a tutiplén, accesorios, acceso a nutricionistas deportivos, fisios, entrenadores on-line,geles de azúcar que los fabricantes te recomiendan que los compres por docenas para tomar un puñado cada vez que pases de 20 kms...a veces nos olvidamos un poco de que lo que nos va a hacer correr más rápido es el entrenamiento diario, que no podemos suplir su falta con un reloj con gps para “corredores avanzados” de 600 euros, ni comprándonos las mallas o las zapatillas de Kipchoge, como nos quieren hacer creer los fabricantes que ahora han visto un filón con todo esto.


       Pero también hay otra cosa -en esta era en la que cada aspecto de nuestra vida la volcamos a las redes sociales- de la que abusamos. Y es correr largo y lento. Tendemos a valorar nuestro entrenamiento en términos casi exclusivamente cuantitativos (“he hecho una semana de 100 kilómetros”, “una tirada larga de 30”, etc.), pero dependiendo de la intensidad la carga que metemos al cuerpo en distintas semanas puede no tener nada que ver aunque los números coincidan. En maratón la “tirada larga” tradicional tiene su sitio de honor (aunque no es lo único importante), pero los kilómetros sin ton ni son, no. Si corres siempre lento serás un corredor lento. Son las sesiones de calidad las que te hacen mejorar como corredor, las que definen después tu lugar en carrera, y si entre ellas corres demasiados kilómetros (y además, si fuerzas demasiado el ritmo en esos kilómetros) el resultado es que no recuperas bien de un día a otro, y no podrás hacerlas a la intensidad adecuada. O directamente no podrás acabarlas.



       Una tirada larga bien hecha puede hacerte sobrellevar mejor los últimos kilómetros del maratón, cierto (aunque hay otros tipos de entrenamientos que también ayudan). Un entrenamiento equilibrado, en cambio, puede hacerte mejorar tu ritmo de carrera muchos segundos por kilómetro; no lo sacrifiques por hacer que el número de kilómetros semanal sea un número redondo, 60, 100, o 120. Eso es entrenar “para la galería”. Los kilómetros semanales son un indicador del trabajo que estás haciendo, pero un indicador tramposo porque puedes hacer que lo que debería ser sólo una referencia se convierta en un fin en sí mismo, y descuidar otros entrenamientos fundamentales. Incluso así puedes llegar a tener cansancio casi crónico sin conseguir mejoras sustanciales de rendimiento. En mi experiencia no he pasado de la distancia de maratón en carreras de montaña, pero estoy convencido de que por lo menos hasta esa modalidad el fenómeno es parecido, se busca demasiado el volumen .-aquí también el desnivel- descuidando meter sesiones de más calidad

     Cuando llevamos poco tiempo corriendo, es cierto que con sólo volumen a baja intensidad seguimos progresando un tiempo, pero a medida que nos vamos haciendo veteranos en esto, cada vez produce menos efecto en nuestro cuerpo, y tenemos que empezar a ser más selectivos con nuestro tiempo y esfuerzo, si queremos seguir progresando como corredores. O mantenernos.

lunes, 3 de abril de 2017

Zaragoza. 2:40:06. No pudo ser en la Ciudad del Viento

En el maratón de Nueva York Sinatra canta a la ciudad que nunca duerme momentos antes de darse la salida. En Zaragoza, sonaron los Héroes del Silencio. Particularmente, no me quejo del cambio, me pareció buen presagio empezar con una banda que me gusta. Y lo necesitaba: en el último mes y medio se me habían torcido bastante las cosas con dos de cinco semanas casi en blanco por un virus de la gripe seguido poco después de otro de gastroenteritis. Lástima porque a pesar de haber metido muy pocos entrenamientos específicos para maratón me veía otra vez para rondar el 2:35, y en cambio hasta último momento estuve dudando en presentarme en Zaragoza o dejarlo para más adelante mejor preparado. Al final fuimos, y como siempre que uno toma una decisión, con todas las consecuencias. No me arrepiento aunque no consiguiera el objetivo de otro nuevo sub 2:40.

En la salida atento a coger el grupo bueno, en una foto que publica la organización en su página web

Como anunciaban las previsiones, el cierzo pegó fuerte. Desde primera hora cuando fui a recoger el dorsal, y en los últimos kilómetros incluso más. Ya de salida, aparte de los 4 primeros, que tiraron para adelante en dos parejas, por detrás formamos un grupo muy numeroso en el que intentar resguardarnos del viento frontal en los primeros 4 kms (que se nos fueron a ritmos entre 3’50-3’55). Los siguientes kilómetros en cambio teníamos el aire a favor y rondamos el 3’40. Esos primeros kilómetros lo pasé mal para aguantar el ritmo, incluso perdí unos metros un par de veces, siempre me pasa. No sé si es mental o qué, pero según pasan los kilómetros ruedo más a gusto. Todos en el grupo dimos relevo en algún momento, por ese lado la verdad es que no tengo excusa, ayer ir en solitario habría multiplicado la dificultad y la dureza de la carrera. Tomé dos pastillas de sales, una una hora antes de empezar, y otra en el kilómetro 15, y después un trozo de plátano y el isotónico que daban. Desde que tomo las sales voy mucho mejor muscularmente sin problemas de calambres.

El circuito me pareció curioso. Llano en muchos tramos, aunque también con una zona de subidas nada tendidas que no me esperaba para nada y que conducían a un parque  a partir del kilómetro 15 (que bajaríamos sobre el km 25). Lo que menos me gustó fueron los numerosos giros, en particular los de 180 grados, rompían mucho el ritmo. En uno en particular yendo tirando del grupo en el km 20 me despisté y no lo vi. Seguí de frente y perdiendo un tiempo precioso hasta que el voluntario nos hizo dar la vuelta. Me acordé de esos segundos y de ese esfuerzo por volver a alcanzar al grupo más tarde. Mientras anduve descolgado saltó uno del grupo y se fue para adelante muy fuerte. El resto aguantábamos fenomenal, pasé por la media todavía con unos metros perdidos en 1:19:50, muy justo para bajar de 2:40, pero yo en esos kilómetros empecé a notarme muy a gusto, disfruté mucho hasta el kilómetro 35, y tenía confianza en conseguirlo, incluso de ir a por el 2:38. En esos kilómetros tiramos un chico de Running Zaragoza, uno de Irún y yo. Eran kilómetros favorables y volvimos a bajar de 3’40 en algún kilometro, aunque la mayoría anduvimos alrededor de 3’45, a pesar de los últimos giros de 180 grados. Para el 30 aproximadamente nos quedamos solos el chico de Irún y yo. En el 34 cruzábamos un puente y empezamos a pelear otra vez contra el viento frontal, y me di cuenta de que iba más fuerte que yo, así que le dije que si llegábamos así no iba a disputarle el puesto (íbamos sexto y séptimo).
Ya en la plaza del Pilar, viendo cómo el reloj pasaba de 2:39 a 2:40
A partir de ahí me animó a aguantar. Intenté darle algún relevo porque el viento de cara le iba desgastando a él también mucho. Se nos fueron esos kilómetros casi a 4, incluso uno infernal marqué en 4’11. En el 39 perdí unos metros y le dije que se fuera, aunque le mantuve a esa distancia hasta meta (4 segundos), mientras peleábamos ya callejeando  más a resguardo del viento de apurar las opciones de ver el 2:39 en la pantalla.

No conseguí mi noveno sub 2:40 por 7 segundos. En meta me dio mucha rabia, pero la verdad es que a pesar de que soy un tipo que cuando se presenta en un maratón confío mucho en mis fuerzas, en esta ocasión no llegaba con la mejor preparación posible y las condiciones eran bastante desfavorables, así que no queda otra que pensar en la maratón de otoño y confiar en que me salgan mejor las cosas.

martes, 7 de marzo de 2017

Decidir el ritmo de carrera

Creo que desde que nos embarcamos en el camino a un maratón debemos partir siempre-siempre con un ritmo aproximado al que aspiramos a correr el maratón en la cabeza. Lo suficientemente difuso y flexible como para ir dándole forma en los meses siguientes según cómo nos van saliendo los entrenamientos, pero a la vez lo suficientemente ambicioso como para motivarnos a tope en ellos.

Yo la verdad es que hasta 2 semanas antes del maratón no tengo “cerrado” del todo el ritmo de carrera. Y para hacerlo me suelo guiar por los ritmos de mis últimos entrenamientos, que para mí son más decisivos que los anteriores (porque son más parecidos a lo que es el maratón), así que podríamos llamarlos tests. Son tests, pero no son más que la última vuelta de tuerca a los entrenamientos que he venido haciendo en los últimos meses.

No siempre entreno el maratón de la misma forma, porque no siempre vengo del mismo sitio; puedo venir del monte, o de la pista, o de otro maratón, con lo que a veces aprovecho la “velocidad” que he adquirido, otras el fondo, etc. Pero como sí que voy al mismo sitio, la progresión de los entrenamientos me lleva  a hacer durante las últimas semanas el mismo tipo de entrenamiento, incluso casi siempre exactamente los mismos: 32-35 kilómetros en progresión sobre 3’55 de media, 4x5000 o 3x7000 sobre 3’36-3’40 recuperando 1 km sobre 4’15, y 3x5000 o 2x7000 a 3’30-3’34 recuperando 3 minutos en parado. Con estos ritmos de arriba sé que estoy preparado para 2:32-2:35, aunque pocas veces llego a ese nivel, y después no siempre sale la carrera como quiero.

Son realmente duros, cuando llego a las últimas 4-5 semanas sólamente hago 2 entrenamientos de este tipo y el resto de días ruedo más suave de lo habitual centrándome en recuperar. Son mi piedra de toque, pero no considero que sean tan importantes en el resultado final. Es más, hacerlos sin haber seguido antes una progresión lógica hacia ellos probablemente me destruiría y pondría en jaque mi salud en esos días previos a la carrera en los que tanto machaque pasa tantas veces factura (y cuando he acortado los plazos a veces lo ha hecho). Por eso, si resulta que he tenido problemas en las semanas o meses anteriores y voy más atrasado, prefiero no llegar a hacerlos.

Al acabar el último a 12-14 días del maratón, me suelo encontrar con dos ritmos de carrera en mente: uno el “optimista”, que me llega más del corazón que de la cabeza, y otro el “segurola”, que lo inspira el recuerdo del sufrimiento en pasadas maratones. Hasta ahora siempre me ha pasado que el segurola acierta de pleno. Pero no desespero.

miércoles, 1 de febrero de 2017

No sólo maratón

Siempre me ha parecido que lo ideal para un maratoniano aficionado como yo, que siempre quiero rendir al mejor nivel posible y que a la vez me gusta estar continuamente con el runrún de un nuevo maratón en el horizonte (porque es la distancia que me gusta y me motiva más con mucha diferencia), es preparar y disputar dos al año. No siempre lo he cumplido, pero ahora que voy cumpliendo años y tengo que empezar a economizar (más) los esfuerzos, me parece ya fundamental no pasar de ese número.
Este domingo corriendo en Lasarte sin el barro de costumbre

Además, cuando estoy entrenando para el maratón, me gusta centrarme en eso y evitar las tentaciones de otras carreras (cuanto más centrado estoy menos compito).

Y sin embargo, me encanta competir. Así que entre maratón y maratón aprovecho para centrarme en otra cosa. En verano, después del maratón de primavera, habitualmente carreras de montaña (no muy duras o técnicas, porque soy muy torpe y lo que me gusta es correr) o a veces la temporada de pista de verano. Mientras, en invierno después del maratón de otoño puede ser una media maratón, alguna competición de pista, o -y a esto no fallo porque después del maratón es lo que más me gusta- los crosses.

Cambio de tipos de entrenamiento, lo que siempre me viene bien. Pero lo hago sobre todo porque me apetece, me dan frescura mental sacándome del círculo maratoniano, haciendo cosas distintas y metiéndome ese gusanillo de competir, en el caso de los crosses, casi cada fin de semana en invierno. Y vuelvo siempre al maratón habiendo entrenado aspectos que para mí son mi punto débil y a la vez cuando estoy con el maratón los descuido del todo. Y con ganas.

jueves, 19 de enero de 2017

¿En qué fallamos (más) los corredores populares?

La mayoría de corredores populares nos hemos incorporado a este deporte más o menos ya mayores, sin haber pasado por las manos de un técnico en atletismo que nos guíe en nuestras primeras zancadas. Buena parte hemos practicado uno o más deportes previamente y tenemos algún rudimento de “gimnasia”, y ni siquiera eso lo llevamos mucho a la práctica. Aunque queramos mejorar y no sólo evadirnos un rato de otras cosas, pensamos que lo fundamental, casi lo único importante, es correr. Incluso diría que llevamos una progresión inversa a lo recomendable, empezamos a interesarnos por introducir la gimnasia, o propiocepción, o ejercicios pliométricos, además de ejercicios de técnica de carrera, o pesas en el gimnasio, una vez llevamos ya tiempo corriendo y hemos consolidado muchos “vicios” corriendo. Al principio damos por hecho que correr es natural y que todo el mundo sabe hacerlo, o que cada uno tenemos nuestro estilo característico e inmutable, y lo llevamos a la práctica con mejor o peor suerte. Cuando estamos hechos un ocho y los mejores fisios, osteópatas o masajistas se las ven y se las desean para arreglarnos un poco, suele ser el momento en el que empezamos a pensar que igual sí que deberíamos haber construido nuestro estilo corriendo desde el principio, y buscamos alternativas.

No es habitual que en las fotos parezca que corra correctamente
Aún sin llegar la mayor parte del tiempo a ese extremo de lesiones o descompensaciones extremas, es habitual para este servidor sufrir bastante muscularmente en mis maratones. Dolores que vienen y van, músculos que se bloquean y hacen que la técnica de carrera según pasan los kilómetros se deteriore más todavía hasta extremos sonrojantes… Acabo empujando las piernas hasta con las orejas, con mucho mayor esfuerzo y gasto que si consiguiera correr de forma más eficiente.


En mi caso son 20 años corriendo, lo tengo más crudo para corregir defectos. Además de que, seamos sinceros, aún escarmentado por la experiencia constante, no tengo ni mucho tiempo ni muchas ganas, por más “maratoniano serio” que me considere. Para mí es un logro seguir consiguiendo escurrirme seis veces por semana para sacar mínimo mi hora y cuarto u hora y media, incluyendo mis 5 minutitos de estiramientos al acabar de correr. Y sin embargo, algo intento: uso mis 10 minutos de calentamiento para además del consabido trote inicial, meter siempre unos cuantos ejercicios que involucren al mayor número de grupos musculares posible, muchos tipos de saltos que voy alternando, skipping, rotaciones de cadera… Además de intentar ser consciente durante mis rodajes de intentar bracear paralelo al cuerpo, sin bajar los brazos ni cruzarlos, echar el cuerpo ligeramente hacia delante, aumentar mi cadencia de pasos, no mover la cadera, llevar hombros relajados… (un montón de cosas que en cuanto acelero un poco se me va el santo al cielo). Es más que probablemente insuficiente, además de que sin supervisión no tengo claro que realice todos los ejercicios ni la técnica correctamente, pero siento que algo ayuda (Espero que a algo más que a sentirme un "maratoniano serio"). El día que tenga más tiempo…

miércoles, 11 de enero de 2017

Atletismo federado y "running" popular

El domingo pasado vi por la tele (después de haber estado in situ por la mañana) algo que es impensable en casi cualquier otro deporte. Un corredor aficionado parándose para ayudar a levantarse del suelo a uno de los mejores atletas del mundo. Lo inusitado no es el gesto deportivo (es propio de todo deportista y Abel no iba a ser menos), sino que coincidieran en espacio y tiempo dos deportistas de niveles tan dispares. Y es que en atletismo tenemos la oportunidad de competir de tú a tú contra los mejores, como este domingo en Amorebieta.

Es un cross, como Elgoibar o Lasarte,  hablando de los que tengo cerca y conozco (o hasta hace poco tiempo Llodio), donde han corrido y corren los mejores atletas africanos, europeos, españoles y vascos. Y después va llegando gente de nivel más bajo, pasando por mí, y más abajo. Donde coincidimos corredores populares sin ningún contacto previo con el mundo del atletismo federado, con otros que llevamos más tiempo “entre dos mundos”, con atletas federados ajenos al boom del “running”. Y todos por detrás de las grandes figuras contrastadas de este deporte.
Foto de Festak.com en la que se aprecia la alfombra sobre la que corrimos

Y siempre me pregunto por qué no se tienden más puentes entre esos dos mundos de los que hablo, el de lo que ahora se llama “running” popular, y el atletismo federado. Es verdad que algunas carreras de campo a través están empezando a abrirse a atletas populares, organizando carreras paralelas para las que no es necesario estar federado. Pero echo de menos algo más drástico. Todos tenemos un gen competitivo, más o menos escondido, o latente. Algunos “runners” de ahora defienden que eso en ellos es secundario, incluso la mayoría no es aficionada al atletismo y no se ven a sí mismos como atletas. Se centran en “correr por correr”.  Sin embargo alguien un poco perspicaz ve que proliferan las “apps” con datos de distancias recorridas, desniveles y ritmos. La competición se está trasladando  al mundo virtual, con muchedumbres que ni conocen ni les preocupa conceptos como técnica de carrera, propiocepción, o simple acondicionamiento físico que no sea correr (error que compartimos muchos , no por estar federados absorbemos conceptos técnicos por ciencia infusa), todo ello bajo las narices de las instituciones del deporte y de la salud. Seguimos siendo por naturaleza igual de competitivos que hace 20 años y ahora es mucho mayor el número de gente que corre. Y sin embargo, eso no se refleja en participación ni en la calidad de las marcas en el atletismo federado.

Por un lado, las instituciones deberían intentar apoyar más a este mundillo, que con la crisis económica lleva años ahogándose. También promover la formación física de verdad y el deporte en los colegios. Pero por otro, hay que intentar abrirlo más al público: abrir las pistas de atletismo, atraerlo con fórmulas distintas: competiciones en pista para no federados, puede que incluso virtuales, apoyar carreras populares de distancias inferiores al maratón y volver a involucrar a federaciones territoriales y clubs en su organización y gestión -no siempre se debe pensar en el impacto económico para la ciudad sino también en la promoción del deporte entre los locales y en atraer al público en general con figuras del atletismo-… En definitiva, abrir la burbuja del atletismo federado y dejar que se mezcle un poco más con el popular. Conseguiremos que lo federado no se siga consumiendo lentamente y abriremos un nuevo horizonte para muchos corredores, “runners”, o como cada uno quiera llamarse; puede que consigamos que muchos se llamen "atletas".