Se acaban las vacaciones y toca empezar la rutina, intentando encontrar otra vez el equilibrio para encajar los entrenamientos entre trabajo y familia, todo ello evitando a ser posible la sensación de vivir contra el reloj. Y a seguir contando aquí mis historias.
Como fin de fiesta, este fin de semana me he puesto otra vez un dorsal después de 2 meses. El viernes fue un prólogo en la carrera de la Aste Nagusia de Bilbao. No quería perderme la oportunidad de volver a encontrarme con compañeros y amigos en una carrera de casa aunque no fuese un objetivo en sí ni hubiese entrenado para ello. Así que decidí acompañar a mis compañeros de equipo Gorka Viteri y Oscar García e intentar echarles una manita en los 6 kms de recorrido. El intenso calor y el slalom que tuve que hacer en los primeros 500 metros por un recorrido ratonero para alcanzarles hicieron que el ritmo final de 3'48 el km se me hiciese más exigente de lo que había previsto en un principio, a pesar de que estas semanas ese ritmo lo he llevado muchos días en la parte final de los rodajes.
Y si no había preparado una carrera de 6 kms, en parecidas circunstancias me presenté el domingo a hacer otra carrera "de casa", la Lezamako Mugetatik, 24 kms de monte bastante corrible salvo la ascensión al Ganguren.
De nuevo el calor y la humedad parecía que iban a marcar ya de salida la carrera, yo me inflé a repartir consejos a diestro y siniestro; hoy hay que regular más que nunca, los últimos kms vamos a ir todos fundidos, etc... para luego salir tirando a partir de los 500 metros. Martin Macgragh me daba "el relevo" a partir de los 2 o 3 kms. Últimamente ha llegado por delante de mí en carreras, el año pasado en Lezama fuimos segundo y tercero, teniendo eso en mente y que llego fuerte, tenía confianza en "darle cuerda" y poder cazarle más adelante.
Sin embargo, empiezo a tener las piernas pesadas, bajo un puntito el ritmo lo justo para que me alcancen por detrás otro par de corredores. Llegamos al pie de Ganguren juntos, con Martin unos dos minutos por delante (le vemos en algunos momentos). Los primeros kms de subida son de asfalto, el calor aprieta, yo todavía sigo con confianza, pero en un momento dado me descuelgo, pienso que mis compañeros han dado un acelerón momentáneo y que enseguida les cojo otra vez, pero no. Las piernas no responden y al llegar a la parte dura, donde hay que subir andando traccionando bien, hay algo en mi cabeza que desconecta y ya sólo quiere llegar a meta, pasar página, y seguir entrenando para otros objetivos.
Así que, mientras me pasan otros corredores que también sufren el calor pero no bajan los brazos, subo lo que queda de Ganguren tranquilo (por lo menos así no se me hace agónico como otros años), bajo a trote hasta llegar al asfalto en los últimos 2 kms, en los que me dejo caer un poco más rápido para poner fin de una vez a una carrera en la que tenía muchas ilusiones y que vine a ganar. Pero me ha recordado que cuando apuestas fuerte tienes que tener también cartas potentes con las que jugar, yo este año he apostado todo por el maratón y no he entrenado prácticamente nada por monte, y ayer lo noté.
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