El domingo pasado vi por la tele (después de haber estado in situ por la mañana) algo que es impensable en
casi cualquier otro deporte. Un corredor aficionado parándose para ayudar a
levantarse del suelo a uno de los mejores atletas del mundo. Lo inusitado no es
el gesto deportivo (es propio de todo deportista y Abel no iba a ser menos),
sino que coincidieran en espacio y tiempo dos deportistas de niveles tan
dispares. Y es que en atletismo tenemos la oportunidad de competir de tú a tú contra
los mejores, como este domingo en Amorebieta.
Es un cross, como Elgoibar o Lasarte, hablando de los que tengo cerca y conozco (o
hasta hace poco tiempo Llodio), donde han corrido y corren los mejores atletas
africanos, europeos, españoles y vascos. Y después va llegando gente de nivel más
bajo, pasando por mí, y más abajo. Donde coincidimos corredores
populares sin ningún contacto previo con el mundo del atletismo federado, con
otros que llevamos más tiempo “entre dos mundos”, con atletas federados ajenos
al boom del “running”. Y todos por detrás de las grandes figuras contrastadas
de este deporte.
Y siempre me pregunto por qué no se tienden más puentes
entre esos dos mundos de los que hablo, el de lo que ahora se llama “running”
popular, y el atletismo federado. Es verdad que algunas carreras de campo a
través están empezando a abrirse a atletas populares, organizando carreras
paralelas para las que no es necesario estar federado. Pero echo de menos algo
más drástico. Todos tenemos un gen competitivo, más o menos escondido, o
latente. Algunos “runners” de ahora defienden que eso en ellos es secundario, incluso
la mayoría no es aficionada al atletismo y no se ven a sí mismos como atletas.
Se centran en “correr por correr”. Sin
embargo alguien un poco perspicaz ve que proliferan las “apps” con
datos de distancias recorridas, desniveles y ritmos. La competición se está
trasladando al mundo virtual, con
muchedumbres que ni conocen ni les preocupa conceptos como técnica de carrera,
propiocepción, o simple acondicionamiento físico que no sea correr (error que compartimos
muchos , no por estar federados absorbemos conceptos técnicos por ciencia
infusa), todo ello bajo las narices de las instituciones del deporte y de la
salud. Seguimos siendo por naturaleza igual de competitivos que hace 20 años y
ahora es mucho mayor el número de gente que corre. Y sin embargo, eso no se
refleja en participación ni en la calidad de las marcas en el atletismo
federado.
Por un lado, las instituciones deberían intentar apoyar más a
este mundillo, que con la crisis económica lleva años ahogándose. También promover
la formación física de verdad y el deporte en los colegios. Pero por otro, hay
que intentar abrirlo más al público: abrir las pistas de atletismo, atraerlo con
fórmulas distintas: competiciones en pista para no federados, puede que incluso virtuales, apoyar carreras
populares de distancias inferiores al maratón y volver a involucrar a
federaciones territoriales y clubs en su organización y gestión -no siempre se
debe pensar en el impacto económico para la ciudad sino también en la promoción
del deporte entre los locales y en atraer al público en general con figuras del
atletismo-… En definitiva, abrir la burbuja del atletismo federado y dejar que
se mezcle un poco más con el popular. Conseguiremos que lo federado no se siga
consumiendo lentamente y abriremos un nuevo horizonte para muchos corredores, “runners”, o como cada uno quiera llamarse; puede que consigamos que muchos se llamen "atletas".
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