Repasando los entrenamientos de los últimos 3 meses, desde el abandono en Berlín, sólo he pasado 2 semanas de los 100 kilómetros, me he quedado casi todas entre 90 y 95. En esas 9 semanas sólo he llegado a 25 kilómetros por sesión 5 veces, con un máximo de 28. Tampoco he metido unas series con ritmos muy altos, no he pasado prácticamente de ritmos de 3’35. Y sin embargo las sensaciones en las últimas semanas eran muy buenas, de ir mejorando día a día. Una de esas veces que haces todo parecido a otras pero das con ese punto de exigirte lo justo para tener a raya el cansancio y seguir dando pasitos adelante. Además los constipados y gripes del otoño y de la guardería me han respetado desde Berlín (me he impuesto comer todos los días una manzana, como decían los ingleses “one apple a day keeps the doctor away”), y en casa hemos tenido una racha de poder descansar todos un poco mejor por las noches. Todo parecía indicar que iba a llegar al día del maratón en el momento justo, y con ganas de debutar en mi nuevo club, el Beste Bira Loiu Txorierri, de la misma forma que había acabado con buen sabor de boca en Korrikazaleak Rekalde; con buenas sensaciones en la media maratón nocturna de Bilbao. Tenía claro que estaba para bajar de sobra de las 2:40 –y sumar mi décimo sub- así que tenía un poco de margen para arriesgar y jugármela. Y por poco me sale redondo.
Lo bueno que tiene correr aquí es que conoces a la gente. Unas pocas ediciones más y me podría considerar casi “giputxi honorario”. Desde salida me he acoplado a un grupo con mis amigos y expertos maratonianos Joseba Jauregi y Andoni Sudupe. Joseba va con liebre y además pronto contactamos con el grupo de la primera chica, una etíope de la que tira Asier Cuevas. Me sorprendo aguantando con relativa comodidad esos primeros kilómetros a ritmos por debajo de 3’40. Sé que éste va a ser el grupo bueno, que va a ir bien dirigido y que va a llegar lejos. Así que me centro en aguantar. Cuando Joseba y su compañero del Tolosa se van unos metros por delante soy ambicioso y salgo a cerrar el hueco. Igual por eso, un par de kms más tarde cuando Joseba sufre una caída me descuelgo unos metros y no consigo reenganchar, hago toda la vuelta desde ”El Infierno” solo. Me lo tomo con tranquilidad pensando que Joseba volverá a alcanzar al grupo, como así es. Me pego a ellos y llegamos un poco antes de la media maratón (1:16:51, algo más de un minuto más lento que en la media maratón de Bilbao de hace 5 semanas), bastante faltos de aliento. Joseba acusa el arreón y las secuelas de la caída y se vuelve a quedar para retirarse algo más tarde. Yo voy todo el rato ya en la cuerda floja. En el km 30 Asier Cuevas acaba su labor, es una zona donde entra mucho viento en contra, la etíope hace un pequeño cambio con lo que pierdo un par de metros que ya no soy capaz de recuperar. Ahora sé que me va a tocar correr en solitario los últimos 11 kilómetros, voy muy justo pero creo que aguantaré por debajo de 4’ el km hasta meta. Aquí cada uno vamos ya a nuestro límite, poco después alcanzo a Andoni que también ha perdido contacto con la etíope. No se queda conmigo. Los últimos 3 kilómetros se me hacen duros, pero aprieto todo lo que puedo, intentando llegar en 2:35. No puede ser, entro a la pista de atletismo con las últimas fuerzas y sorteando atletas de la media maratón y para cuando veo el reloj de meta está ya en 2:36.
Pudo ser todavía mejor, si hubiese tenido medio gramo de fuerza más, o si hubiésemos corrido con alguno de los circuitos anteriores, no con éste actual (que espero que puedan volver a cambiar porque es mucho peor). Aún así, me quedo muy satisfecho. Arriesgué, peleé, sufrí, y me volví a ver delante en una carrera de nivel. Es mi tercera marca en la distancia a 4 minutos de la mejor. También es mi primer maratón pasado el umbral de los 40 tacos. Me encanta esto que hago, que dure. Y que me quiten lo bailao. Va por mis chiquitajos.
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