Vamos cumpliendo
años, o la rutina diaria nos deja poco tiempo para entrenar y todavía menos
para recuperar. En esas condiciones empeñarnos en sumar kilómetros para llegar
a 60, 80, 100 o 120 kms semanales no debería ser nuestra prioridad. Si no hemos
recuperado bien de una sesión exigente, o de la acumulación de unos entrenamientos
potentes, empeñarnos en salir y sumar kilómetros, con las piernas cansadas y
sensación de agotamiento, hará que no podamos revertir la situación en los días
sucesivos. Con lo que llegarán los siguientes entrenamientos clave que tengamos
programados y el cuerpo no habrá dado ese pasito adelante de mejora que
conseguimos con el entrenamiento, o en todo caso la mejoría se verá
comprometida y mermada, además del peligro de lesión o de que el cuerpo se vea más
expuesto a algún virus.
Saber leer nuestro
cuerpo, interpretando correctamente las señales que nos manda, es una ventaja
que normalmente tenemos los corredores veteranos. Sabemos que por arrastrarnos
5 kilómetros más lejos en uno de esos días no vamos a mejorar (más bien lo
contrario). En estos casos sí es verdad que menos puede ser más. Cambiar ese
rodaje por una sesión suave de natación o bici, o dedicar un día al gimnasio,
puede funcionar en darnos además ese punto de frescura mental. Practicar
nuestro deporte favorito estando cansado creo que no gusta a nadie. Incluso un
día extra de descanso cambiando el entrenamiento por una pequeña siesta puede
hacernos más bien que mal.
Es más fácil decirlo que hacerlo, claro.
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