En el maratón de Nueva York Sinatra canta a la ciudad que
nunca duerme momentos antes de darse la salida. En Zaragoza, sonaron los Héroes
del Silencio. Particularmente, no me quejo del cambio, me pareció buen presagio
empezar con una banda que me gusta. Y lo necesitaba: en el último mes y medio
se me habían torcido bastante las cosas con dos de cinco semanas casi en blanco
por un virus de la gripe seguido poco después de otro de gastroenteritis.
Lástima porque a pesar de haber metido muy pocos entrenamientos específicos
para maratón me veía otra vez para rondar el 2:35, y en cambio hasta último
momento estuve dudando en presentarme en Zaragoza o dejarlo para más adelante mejor preparado.
Al final fuimos, y como siempre que uno toma una decisión, con todas las
consecuencias. No me arrepiento aunque no consiguiera el objetivo de otro nuevo
sub 2:40.
En la salida atento a coger el grupo bueno, en una foto que publica la organización en su página web |
Como anunciaban las previsiones, el cierzo pegó fuerte.
Desde primera hora cuando fui a recoger el dorsal, y en los últimos kilómetros
incluso más. Ya de salida, aparte de los 4 primeros, que tiraron para adelante
en dos parejas, por detrás formamos un grupo muy numeroso en el que intentar
resguardarnos del viento frontal en los primeros 4 kms (que se nos fueron a
ritmos entre 3’50-3’55). Los siguientes kilómetros en cambio teníamos el aire a
favor y rondamos el 3’40. Esos primeros kilómetros lo pasé mal para aguantar el
ritmo, incluso perdí unos metros un par de veces, siempre me pasa. No sé si es
mental o qué, pero según pasan los kilómetros ruedo más a gusto. Todos en el
grupo dimos relevo en algún momento, por ese lado la verdad es que no tengo
excusa, ayer ir en solitario habría multiplicado la dificultad y la dureza de
la carrera. Tomé dos pastillas de sales, una una hora antes de empezar, y otra
en el kilómetro 15, y después un trozo de plátano y el isotónico que daban. Desde
que tomo las sales voy mucho mejor muscularmente sin problemas de calambres.
El circuito me pareció curioso. Llano en muchos tramos,
aunque también con una zona de subidas nada tendidas que no me esperaba para
nada y que conducían a un parque a
partir del kilómetro 15 (que bajaríamos sobre el km 25). Lo que menos me gustó
fueron los numerosos giros, en particular los de 180 grados, rompían mucho el
ritmo. En uno en particular yendo tirando del grupo en el km 20 me despisté y
no lo vi. Seguí de frente y perdiendo un tiempo precioso hasta que el voluntario
nos hizo dar la vuelta. Me acordé de esos segundos y de ese esfuerzo por volver
a alcanzar al grupo más tarde. Mientras anduve descolgado saltó uno del grupo y
se fue para adelante muy fuerte. El resto aguantábamos fenomenal, pasé por la
media todavía con unos metros perdidos en 1:19:50, muy justo para bajar de
2:40, pero yo en esos kilómetros empecé a notarme muy a gusto, disfruté mucho
hasta el kilómetro 35, y tenía confianza en conseguirlo, incluso de ir a por el
2:38. En esos kilómetros tiramos un chico de Running Zaragoza, uno de Irún y
yo. Eran kilómetros favorables y volvimos a bajar de 3’40 en algún kilometro,
aunque la mayoría anduvimos alrededor de 3’45, a pesar de los últimos giros de
180 grados. Para el 30 aproximadamente nos quedamos solos el chico de Irún y
yo. En el 34 cruzábamos un puente y empezamos a pelear otra vez contra el
viento frontal, y me di cuenta de que iba más fuerte que yo, así que le dije
que si llegábamos así no iba a disputarle el puesto (íbamos sexto y séptimo).
A
partir de ahí me animó a aguantar. Intenté darle algún relevo porque el viento
de cara le iba desgastando a él también mucho. Se nos fueron esos kilómetros
casi a 4, incluso uno infernal marqué en 4’11. En el 39 perdí unos metros y le
dije que se fuera, aunque le mantuve a esa distancia hasta meta (4 segundos),
mientras peleábamos ya callejeando más a
resguardo del viento de apurar las opciones de ver el 2:39 en la pantalla.
Ya en la plaza del Pilar, viendo cómo el reloj pasaba de 2:39 a 2:40 |
No conseguí mi noveno sub 2:40 por 7 segundos. En meta me
dio mucha rabia, pero la verdad es que a pesar de que soy un tipo que cuando se
presenta en un maratón confío mucho en mis fuerzas, en esta ocasión no llegaba
con la mejor preparación posible y las condiciones eran bastante desfavorables,
así que no queda otra que pensar en la maratón de otoño y confiar en que me
salgan mejor las cosas.
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