Las últimas
maratones no he podido hacer la mejor preparación. Para ésta en concreto empecé
con el pie cambiado, lesionado casi todo el mes de enero, el invierno más
lluvioso y frío que recuerdo, una caída a finales de marzo que me tuvo otros 6
días parado, y dos pequeñajos en casa con los que no recuerdo lo que es dormir
una noche 8 horas del tirón. Así que con un promedio de 90 kilómetros semanales
en los últimos 2 meses no las tenía todas conmigo para conseguir el décimo sub
2:40 horas. Pero la verdad es que confiaba en ello, me estaban saliendo por fin
unos buenos entrenamientos.
Viajamos a
Vitoria en autobús para ir más tranquilos. Hacía bastante fresco, aparentemente
sin viento, las condiciones parecían buenas. Los primeros kilómetros son
favorables, intento no pasarme de ritmo, y de hecho ya de inicio veo que no voy
tan cómodo a los ritmos previstos como debiera. Así que por no cebarme con el
ritmo me voy descolgando de los grupos que se van formando y me encuentro solo.
Acabo tirando de otros dos y conseguimos formar un pequeño grupo. A partir del
15 nos quedamos solos los del maratón, entramos en una zona de Vitoria nueva,
con mucho tobogán, que es lo más duro de la carrera con diferencia. Voy con un
buen compañero de viaje, Igor Castillo, dándonos relevos, no me salen los
ritmos que pensaba y además en esta zona de repechos sobre todo me falta un
poco el aliento, puede que haya mucha humedad.
fotografía de meta de Cano Fotosports |
Pasamos por la
media maratón en 1:21:12, no me veo capaz de doblar, así que la idea ahora es
pelear por hacer la mejor carrera posible y ya que estamos buscar una buena posición. Entramos
en unos kilómetros en los que compartimos carrera con los atletas de la media
maratón que llevan 7 kilómetros de carrera menos, con un ritmo muy inferior al
nuestro. Por un lado se agradece la compañía, pero por otro recorremos muchos
metros de más y en alguna ocasión nos vemos cerrados en los giros. Tenemos a
dos participantes del maratón a pocos metros, yo me he recuperado bastante y
aprieto fuerte esos kilómetros, yéndome en solitario y colocándome en la quinta
posición de la carrera. Cuando nos separamos de los de la media empiezan mis
mejores kilómetros. Voy solo, disfrutando de la carrera, de las grandes rectas
ya sin toboganes (aunque también sin gente), sin molestias, corriendo relativamente rápido a 3’45 el
kilómetro. En los cruces veo a los dos que llevo por delante, tercero y cuarto,
y empiezo a cronometrar el tiempo que me sacan. Voy reduciendo un poquito, pero
muy poquito la verdad, y en el último giro, kilómetro 38, veo que no van a
desfallecer y que me voy a tener que conformar con ser quinto. Así que sin nada
por lo que pelear y con los dos siguientes corredores a una distancia suficiente
los últimos kilómetros me relajo un poco, hasta los últimos 500 metros que como
siempre son lo mejor del maratón de Vitoria, la llegada por la calle Dato.
Me quedo con esos
kilómetros en los que me he sentido tan bien. Ahora a pensar que en Berlín
pueda volver a intentar bajar de las 2 horas y 35 minutos, en casa me van a tener
que echar una mano -o dos- para poder entrenar.